ARROZ CON LECHE ME QUIERO CASAR…….QUE
SEPA COSER, QUE SEPA PLANCHAR…….
“ARROZ CON
LECHE –ME QUIERO CASAR—“, LINDA CANCIÓN QUE REPETIDA TANTAS VECES, PRETENDIÓ
CALAR EN LO PROFUNDO, LO LOGRÓ?
Era niña y jugaba al ritmo de canciones como “Arroz con leche” y otras. Algunas, hoy me doy cuenta, con una letra sujeta a marco por demás
machista. A través de ellas, se establecía el único rol de lo que se
consideraba ser una “buena mujer y esposa” y se nos inculcaba, apunte
repetición y juego, que es así, como debíamos las mujeres, aprender y desarrollar ciertos oficios, para
poder conquistar el bien más preciado de aquel entonces para una mujer, como
era el encontrar un esposo al cual
atender y complacer.
En la misma canción, al hombre se le daba el
privilegio y potestad de elegir a la mujer quien sería su esposa, siempre y
cuando obviamente, ésta cumpliera con el rol establecido: “con ésta sí, con ésta no, con esta
señorita me caso yo”. ¿Acaso las mujeres
éramos o somos objetos de elección; ¿acaso también no participamos de opciones y de nuestras
propias decisiones?, incluso, una de ellas, muy bien podría ser, el disfrutar
de la soltería, y por ende de una misma.
¿Quién dijo que una verdadera mujer, necesita siempre a su lado, de un
caballero para ser feliz?. Hay opciones
en la vida, y todas hemos tenido la libertad y la tenemos, para escoger cuál
camino tomar.

Hoy me he puesto analizar algunas letras de canciones,
no sólo las infantiles; hay de aquellas que
echan por la borda el verdadero sentido y valor de ser mujer. Nos quejamos y alzamos nuestra voz, a favor
de los programas de la “no violencia a la mujer”, pero pasan desapercibidas las
raíces del cómo esa violencia se comenzó a generar en la historia, en nuestras
propias historias, no sólo en las del mundo.
El hecho de considerar a una “buena o verdadera mujer”, por el cómo
lava, cose, plancha, cocina, ordena su casa, y otros oficios, que además,
debería ser tarea de todos, sin que
esto se constituya “ayuda” para ninguna mujer, debería ser anulado por las
propias mujeres.
Que nos valoren por lo que somos, por nuestra
inteligencia, por nuestra capacidad de conversar, analizar, motivar; esa
maravillosa responsabilidad, independientemente, de si somos madres o no, de
formar el espíritu humano. Hay tantas
cosas relevantes por destacar en el alma de una mujer, que no deberíamos jamás,
permitir que nos conciban como seres de “oficios”, como “objetos”, como
dependientes siempre de alguien, a veces
considerado “superior” y “jefe”, por ser un hombre.
No tengo nada en contra de los caballeros, percibo
desde mi corazón, mente y espíritu, que están en nuestras vidas para
complementarnos entre nosotros. No son
ni superiores, ni inferiores, tampoco
iguales, pues alguien estaría entonces sobrando. La vida nos dio diferencias que enriquecen
las decisiones, el convivir diario, la
misma existencia humana.

Las mujeres
tenemos grandes cualidades y destrezas, como los tienen los caballeros; sin
embargo, en la educación antigua que yace desde la plataforma de esos hogares
de algunos de nuestros abuelos, y más aún, de las abuelas, siempre lo mejor,
estuvo separado y dirigido hacia ellos:
la cabecera de la mesa, el discurso de la familia, el brindis por
cualquier motivo, la mejor presa, el planto más grande; ellos sentados, no importa la edad, y las
mujeres sirviendo. ¿Qué nos pasaba en
aquel entonces?. Lo hemos hecho sí, y
hoy también lo podemos hacer, pero en mi caso, salvo por ser una especial deferencia para con las
personas mayores, como sería el caso de los abuelos, se entiende, o por un
gesto de afecto y cariño para con alguien también, pero no por una social “obligación”
y por el simple hecho de que a los caballeros hay que atenderles y servirles, por
el mero hecho de que son los “varones”
de la casa, de la oficina, del grupo, y
de otros menesteres.
No tengo nada tampoco, en contra de aquellas mujeres
que lavan, planchan, cocinan (algunas lo hacen espectacularmente bien), y
muchas reciben un sueldo por ello; son grandes especialistas en administración
de hogares y cuando no están, se produce
un verdadero caos, o no es asÍ?
Sí soy contraria a que nosotras mismas, nos
consideremos como “verdaderas y buenas mujeres”, por el hecho de saber hacer
tales oficios, cuando hay mucho que aprender, vivir y sacarle provecho a la
vida, para llegar a ser feliz.
Escuchaba el otro día, que una buena amiga, conversaba
con otra y le decía: “mi marido si me
ayuda con las tareas del hogar”. Me
acerqué y le pregunté. ¿Quién más vive contigo? quién duerme en tu casa,
ensucia la ropa y los platos? quién desordena las camas durante las
noches?. Me respondió: “mi esposo y mis hijos, pero todos son
varones”. Entonces señalé, “si todos son parte de tu hogar, a todos les
corresponde una tarea; no es a ti a quien están - ayudando- peor haciéndole un
favor; todos al participar en el arreglo de la casa, se están “ayudando” a sí
mismos. Ojalá muchas mujeres lo
entendieran.
En fin, la violencia a la mujer comienza en casa, por
estos pequeños detalles, que se van convirtiendo en un “modus operando” normal,
y las mismas mujeres no los reconocemos a tiempo. La violencia se siente, cuando hay
indiferencia, falta de respeto; cuando te dedican una canción grosera,
supuestamente en son de chiste; cuando se lanzan bromas machistas; cuando no dejamos
entrar al hijo varón a la cocina; cuando no nos arreglamos para vernos bonitas,
para nosotras mismas: cuando asumimos
que ciertas tareas, nos corresponden por historia a las mujeres. Cuando dejamos de estudiar, leer, cantar, trabajar,
brillar con nuestra propia luz; cuando asumimos que no nos merecemos un espacio
de disfrute, de realización personal y profesional; cuando apagamos la luz, con
esa sensación de que todo está en orden, menos nuestros más anhelados sueños
personales.
Vengo de una familia, de tres varones y tres
mujeres. Orgullosa además, por tener
hermanos varones que saben hacer de todo.
Uno de ellos cocina extraordinariamente bien; el otro alguna vez me sacó
de un apuro, haciendo el dobladillo de mi falda; al otro, lo he visto
acariciar, mimar, besar, abrazar y arrullar a su joven hijo varón (valga la
redundancia). Hay tanta historia por
contar, pero el marco de mi formación
fue el de una madre que trabajó intensamente, durante casi toda su vida, y de
un padre, a quien nunca se le cayó una mano, por planchar a la perfección, sus
pantalones y camisas.
Ya es hora de cambiar la historia de tantas mujeres;
lo estamos haciendo, pero el camino aún es largo y requiere de mirarnos muy
bien en nuestro propio espejo. El
momento es ya!.
CANCIONES MACHISTAS…..
“arroz con leche me quiero casar con una señorita…que
sepa coser, que sepa planchar….., “me quiero casar con esta sí, con esta no…”
“Una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía
que planchar…asi planchaba..así asi”.
(pobrecita, mientras no cumpla con sus oficios, la pobre niña, no puede
ni podrá ir a jugar, quizás los niños ya estén jugando afuera).
“los niños con los niños, las niñas con las niñas…las
niñas, son aves de rapiña”. (sin palabaras).
Thalia “por amarte sería capaz de todo sufrimiento”. (quien está enamorada, escucha la canción, se
identifica, agacha la cabeza y está lista para recibir los golpes).
Shakira:
“Bruta, ciega, sorda, muda, torpe, traste, testaruda…es todo lo que he
sido y por ti, me he convertido, otra –cosa- que no hace nada más que amarte”.
(Por Dios, en qué nos hemos convertido).
Cacho Castaño:
“si te agarro con otro te mato, te doy una paliza y después me escapo”.
(con la sola sospecha, en nuestra sociedad, ya es motivo de maltrato y de
violencia).
Alejandro Fernandez:
“ si quieres disfrutar de sus placeres consigue una pistola si es que
quieres, o cómprate una daga si prefieres y vuélvete asesino de mujeres”. (sin palabras)
Laura Pausini:
“no creí jamás perder así la cabeza por él……y se fue..y con él, la vida
se me fue…hasta la cárcel iría con él”. (es
decir, que antes de aquel, ella no tenía ninguna vida; esto es no valorarse).
Camilo Sesto:
“Perdóname si grito cuando yo debo callar….si huyo cuando tú me necesitas más …..perdóname cuando te digo que no te quiero
más..si alguna noche la pasé lejos de ti, en otros brazos, otro cuerpo….etc.
etc… OSEA……
SANDRO: “Una
muchacha y una guitarra para poder cantar, esas son COSAS que en esta vida nunca deben faltar”. (linda canción por cierto, pero ponernos al
mismo nivel de una guitarra, tampoco).
NI HABLAR DE LAS LETRAS DE LA MÚSICA ACTUAL
REGUETONERA, ESA SOBREPASÓ TODO
LÍMITE. SE MERECE UN CAPÍTULO APARTE Y CLARO, QUE LE DEDICAREMOS.
MA FERNANDA LEÓN