lunes, 21 de marzo de 2016





ARROZ CON LECHE ME QUIERO CASAR…….QUE SEPA COSER, QUE SEPA PLANCHAR…….

 

ARROZ CON LECHE –ME QUIERO CASAR—“, LINDA CANCIÓN QUE REPETIDA TANTAS VECES, PRETENDIÓ CALAR EN LO PROFUNDO, LO LOGRÓ?



Era niña y jugaba al ritmo de canciones como  “Arroz con leche” y otras.   Algunas, hoy me doy cuenta,  con una letra sujeta a marco por demás machista. A través de ellas, se establecía el único rol de lo que se consideraba ser una “buena mujer y esposa” y se nos inculcaba, apunte repetición y juego, que es así, como debíamos las mujeres,  aprender y desarrollar ciertos oficios, para poder conquistar el bien más preciado de aquel entonces para una mujer, como era el  encontrar un esposo al cual atender y complacer. 

En la misma canción, al hombre se le daba el privilegio y potestad de elegir a la mujer quien sería su esposa, siempre y cuando obviamente, ésta cumpliera con el rol establecido:      “con ésta sí, con ésta no, con esta señorita me caso yo”. ¿Acaso las  mujeres éramos o somos objetos de elección; ¿acaso también no  participamos de opciones y de nuestras propias decisiones?, incluso, una de ellas, muy bien podría ser, el disfrutar de la soltería, y por ende de una misma.   ¿Quién dijo que una verdadera mujer, necesita siempre a su lado, de un caballero para ser feliz?.   Hay opciones en la vida, y todas hemos tenido la libertad y la tenemos, para escoger cuál camino tomar. 


Hoy me he puesto analizar algunas letras de canciones, no sólo las infantiles; hay de aquellas que  echan por la borda el verdadero sentido y valor de ser mujer.  Nos quejamos y alzamos nuestra voz, a favor de los programas de la “no violencia a la mujer”, pero pasan desapercibidas las raíces del cómo esa violencia se comenzó a generar en la historia, en nuestras propias historias, no sólo en las del mundo.  El hecho de considerar a una “buena o verdadera mujer”, por el cómo lava, cose, plancha, cocina, ordena su casa, y otros oficios, que además, debería ser   tarea de todos, sin que esto se constituya “ayuda” para ninguna mujer, debería ser anulado por las propias mujeres. 

 

 

Que nos valoren por lo que somos, por nuestra inteligencia, por nuestra capacidad de conversar, analizar, motivar; esa maravillosa responsabilidad, independientemente, de si somos madres o no, de formar el espíritu humano.  Hay tantas cosas relevantes por destacar en el alma de una mujer, que no deberíamos jamás, permitir que nos conciban como seres de “oficios”, como “objetos”, como dependientes siempre de alguien,  a veces considerado “superior” y “jefe”, por ser un hombre.


No tengo nada en contra de los caballeros, percibo desde mi corazón, mente y espíritu, que están en nuestras vidas para complementarnos entre nosotros.   No son ni superiores, ni inferiores, tampoco  iguales, pues alguien estaría entonces sobrando.  La vida nos dio diferencias que enriquecen las decisiones, el  convivir diario, la misma existencia humana. 

                                                


 Las mujeres tenemos grandes cualidades y destrezas, como los tienen los caballeros; sin embargo, en la educación antigua que yace desde la plataforma de esos hogares de algunos de nuestros abuelos, y más aún, de las abuelas, siempre lo mejor, estuvo separado y dirigido hacia ellos:  la cabecera de la mesa, el discurso de la familia, el brindis por cualquier motivo, la mejor presa, el planto más grande;  ellos sentados, no importa la edad, y las mujeres sirviendo.  ¿Qué nos pasaba en aquel entonces?.  Lo hemos hecho sí, y hoy también lo podemos hacer, pero en mi caso, salvo por  ser una especial deferencia para con las personas mayores, como sería el caso de los abuelos, se entiende, o por un gesto de afecto y cariño para con alguien también, pero no por una social “obligación”  y por el simple hecho de que a los  caballeros hay que atenderles y servirles, por el mero hecho de  que son los “varones” de la casa, de la oficina, del grupo,  y de otros menesteres. 

No tengo nada tampoco, en contra de aquellas mujeres que lavan, planchan, cocinan (algunas lo hacen espectacularmente bien), y muchas reciben un sueldo por ello; son grandes especialistas en administración de hogares  y cuando no están, se produce un verdadero caos, o no es asÍ?

 

Sí soy contraria a que nosotras mismas, nos consideremos como “verdaderas y buenas mujeres”, por el hecho de saber hacer tales oficios, cuando hay mucho que aprender, vivir y sacarle provecho a la vida, para llegar a ser feliz.

 

Escuchaba el otro día, que una buena amiga, conversaba con otra y le decía:  “mi marido si me ayuda con las tareas del hogar”.  Me acerqué y le pregunté. ¿Quién más vive contigo? quién duerme en tu casa, ensucia la ropa y los platos? quién desordena las camas durante las noches?.  Me respondió:  “mi esposo y mis hijos, pero todos son varones”.  Entonces señalé, “si  todos son parte de tu hogar, a todos les corresponde una tarea; no es a ti a quien están - ayudando- peor haciéndole un favor; todos al participar en el arreglo de la casa, se están “ayudando” a sí mismos.  Ojalá muchas mujeres lo entendieran.

 

En fin, la violencia a la mujer comienza en casa, por estos pequeños detalles, que se van convirtiendo en un “modus operando” normal, y las mismas mujeres no los reconocemos a tiempo.  La violencia se siente, cuando hay indiferencia, falta de respeto; cuando te dedican una canción grosera, supuestamente en son de chiste; cuando se lanzan bromas machistas; cuando no dejamos entrar al hijo varón a la cocina; cuando no nos arreglamos para vernos bonitas, para nosotras mismas:  cuando asumimos que ciertas tareas, nos corresponden por historia a las mujeres.  Cuando dejamos de estudiar, leer, cantar, trabajar, brillar con nuestra propia luz; cuando asumimos que no nos merecemos un espacio de disfrute, de realización personal y profesional; cuando apagamos la luz, con esa sensación de que todo está en orden, menos nuestros más anhelados sueños personales.

 

Vengo de una familia, de tres varones y tres mujeres.  Orgullosa además, por tener hermanos varones que saben hacer de todo.  Uno de ellos cocina extraordinariamente bien; el otro alguna vez me sacó de un apuro, haciendo el dobladillo de mi falda; al otro, lo he visto acariciar, mimar, besar, abrazar y arrullar a su joven hijo varón (valga la redundancia).  Hay tanta historia por contar,  pero el marco de mi formación fue el de una madre que trabajó intensamente, durante casi toda su vida, y de un padre, a quien nunca se le cayó una mano, por planchar a la perfección, sus pantalones y camisas.

                                                         

Ya es hora de cambiar la historia de tantas mujeres; lo estamos haciendo, pero el camino aún es largo y requiere de mirarnos muy bien en nuestro propio espejo.  El momento es ya!.



 

 

CANCIONES MACHISTAS…..

“arroz con leche me quiero casar con una señorita…que sepa coser, que sepa planchar….., “me quiero casar con esta sí, con esta no…”

“Una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que planchar…asi planchaba..así asi”.   (pobrecita, mientras no cumpla con sus oficios, la pobre niña, no puede ni podrá ir a jugar, quizás los niños ya estén jugando afuera).

“los niños con los niños, las niñas con las niñas…las niñas, son aves de rapiña”. (sin palabaras).

Thalia “por amarte sería capaz de todo sufrimiento”.  (quien está enamorada, escucha la canción, se identifica, agacha la cabeza y está lista para recibir los golpes).

Shakira:  “Bruta, ciega, sorda, muda, torpe, traste, testaruda…es todo lo que he sido y por ti, me he convertido, otra –cosa- que no hace nada más que amarte”. (Por Dios, en qué nos hemos convertido).

Cacho Castaño:  “si te agarro con otro te mato, te doy una paliza y después me escapo”. (con la sola sospecha, en nuestra sociedad, ya es motivo de maltrato y de violencia). 

Alejandro Fernandez:  “ si quieres disfrutar de sus placeres consigue una pistola si es que quieres, o cómprate una daga si prefieres y vuélvete asesino de mujeres”.  (sin palabras)

Laura Pausini:  “no creí jamás perder así la cabeza por él……y se fue..y con él, la vida se me fue…hasta la cárcel iría con él”.  (es decir, que antes de aquel, ella no tenía ninguna vida; esto es no valorarse).

Camilo  Sesto: “Perdóname si grito cuando yo debo callar….si huyo cuando tú me necesitas más   …..perdóname cuando te digo que no te quiero más..si alguna noche la pasé lejos de ti, en otros brazos, otro cuerpo….etc. etc…  OSEA……

SANDRO:  “Una muchacha y una guitarra para poder cantar, esas son COSAS            que en esta vida nunca deben faltar”.  (linda canción por cierto, pero ponernos al mismo nivel de una guitarra, tampoco).

 


 

NI HABLAR DE LAS LETRAS DE LA MÚSICA ACTUAL REGUETONERA,  ESA SOBREPASÓ TODO LÍMITE.  SE MERECE UN  CAPÍTULO APARTE Y CLARO, QUE LE DEDICAREMOS.

 

MA FERNANDA LEÓN