NO ESTÁN SÓLOS, HAY ÁNGELES
PRETENDIENDO CAMBIAR EL MUNDO, QUE AHORA YACE RETORCIDO ENTRE CEMENTO Y
POLVO. LO MEJOR ESTÁ POR VENIR, TANTAS
MANOS JUNTAS, LO GRITAN A LOS CUATRO VIENTOS!!!
Ecuador, nuestro bello país, hoy herido y mutilado,
roto y desmembrado. ¿Qué te pasó, país
querido?, hasta ayer, sonreías a través de la risa loca de tus adolescentes,
que llenaban las calles con sus voces.
Hasta ayer paseabas a tu gente, por las veredas empolvadas de alegría. El mar, como marco guardaba un paisaje que bañaba de emoción el corazón de quien te visitaba. Los niños corrían de un lado a otro, tras una
pelota o cargando una muñeca, o tan sólo mirando el horizonte, en busca de
alguna gaviota perdida. Otros pequeños y confiados, agarrados de una mano,
de su madre o padre, ellos como pretendiendo no dejarlos caer, ni dejar pasar
aquello que pudiera hacerles daño. Tus ancianos, con caminar pausado, como queriendo detener el tiempo en
cada paso. Tus hombres y mujeres,
trabajadores incansables, con espíritu altivo y generoso, envueltos en una
calidez que contagiaba.
Hoy yace esa pelota, desinflada por el peso de una
losa, una muñeca perdida en medio del cemento, una mano que no pudo impedir que
el alma partiera de un cuerpo que quedo sembrado, entre fierros y hormigón. El mar sigue lamiendo cada centímetro de
playa, como queriendo limpiar el dolor que se impregna en la oscuridad del alma
de quien vio extinguirse una vida.
Qué te pasó amado Ecuador? Quien te hizo esto?. solo el silencio responde ahora.
A lo lejos llega gente con cascos, botas y
perros. Con guantes o sin ellos, retiran
los fierros enmarañados y torcidos, como pelotas de lana, que reflejan una
fuerza incontrolable. ¿Cómo pudo suceder?,
el silencio continua como respuesta.
Siguen llegando hermanos, cargados de cajas, fundas y
esperanza. Enjugan las lágrimas de
quienes se acercan, ofrecen palabras de aliento y consuelo. Ya nada , parecería que pudiera devolver la
sonrisa escondida en un espíritu desolado.
Llegan más y más ángeles a ayudar. Retiran escombros, rescatan vidas, aparecen
con sus manos llenas, con su mirada repleta de bondad, esa bondad que es propia del corazón humano.
Todo un país volcado a encender una luz; a dar ánimo a quienes tienen temor
de caminar hacia un nuevo horizonte; a recoger del suelo un ladrillo y lanzarlo
al aire gritando con todas sus fuerzas “esto ya está demás, porque lo mejor está por venir.” No importa el rincón del cual salen estos
ángeles, no es más que un Ecuador unido, como nunca antes. Es un país, que anhela volver a latir con sus
calles empolvadas de alegría, con sus ancianos contando historias, con
gente que ahora extiende su mano hacia
otra, y que le dice: “todo estará bien”, que mirando al Cielo, eleva una oración que
devuelve la fuerza, a tantos corazones abatidos.
A lo lejos, un niño corre por la playa, juega y sonríe. Una
gaviota extiende sus alas y su sombra lo cobija.
Ecuador lo mira y en su alma nace la esperanza.
Te levantarás más fuerte que antes,
pues hoy, los ecuatorianos hemos saboreado lo que es la unión. Nuestras almas juntas, pegadas creando una
sinergia que nos da fortaleza. Ahora, una sonrisa brota en nuestros labios, pues
en el horizonte se vislumbra la imagen de la reconstrucción, de un renacer en
medio de las cenizas.
Entonces, desde el fondo del alma surge una voz tranquila, inundada de paz y afecto, que nos dice a
todos, “calma, que lo mejor está por llegar”.