Las
hijas cada vez más, se van pareciendo a sus madres….
“Oye,
cada vez te pareces más a tu mamá jajajajaja”.
Eso es lo primero que escuché a primera hora del día, mientras
alistábamos el desayuno en familia. Un
amigo de mi hija, le lanzó el comentario, luego de que ella manifestara una frase, haciendo gestos que en verdad, me sonaron a mí.
El jajajaja, no lo entendí muy bien, pero estuvo presente de todos
modos, no sé si fue un halago, una crítica, un cuestionamiento o una broma, pero
en todo caso, lo asumí como el mejor de los regalos que pude haber recibido en
este día.
Mi
hija respondió con un “Nooooo jajajaja… en verdad?”, a ver…..y ahora esto, como
lo debía tomar?. El joven en cuestión
señaló, “es que se parecen tanto en su forma de hablar y en los gestos,
igualitas”.
Luego, más tarde, fuimos a almorzar con unas
apreciadas amigas que estaban listas para partir a Guayaquil en la tarde. Una de ellas mencionó al despedirse, “Vivy,
estás cada vez, más igualita a tu mami”.
Respondí, “ohhh eso es un halago
para mi hija”. Mi hija respondió nuevamente, “en verdad?”,
yo respondí por todos. “Si mijita, usted
ha ido mejorando con el tiempo”.
En
fin, será que el contacto desde pequeñas hace que nuestras hijas preciosas
(igualitas a la madre) vayan adoptando gestos, palabras, poses, formas de caminar,
garbo y salero de sus mamitas?
Definitivamente, creo que sí.
Hoy
me veo en el espejo de mi madre, recuerdo sus frases, y vienen a mi mente en
los momentos más oportunos y fluyen sin esfuerzo. Por ejemplo, hasta hace un año atrás: “Niña, qué son estas horas de llegar, esto no
es un hotel, hasta en el hotel hay un horario”.
“Mientras esté bajo este techo, se seguirán las reglas de esta
casa”. “Caramba guambrita, recuerde que
soy su madre”. “Le recuerdo que madre
hay una sola”, a lo que alguna vez me respondió: “menos mal”.
“camine recta”, “arregle el cuarto que cuando viva sola o se case,
sufrirá”. “no es bueno ser plato de toda
boda”, “hay que hacerse extrañar de vez en cuando, no vaya a la fiesta”. Y así, una serie de palabras mezcladas que
aparecían y desaparecían de la boca de
mi madre y que se replicaron perfectamente en la mía, cuando de llamar la
atención se trataba. Ahora empleo el
pasado, pues mi pequeña partió de mi lado, buscando cumplir uno de sus sueños,
en el lejano horizonte. Mejor no me
pondré melancólica y seguiré con esta breve explicación concentrada en el
porqué se dan los parecidos.
Desde
hoy, me he fijado más en los detalles, en cómo se mueve, camina, habla y
responde. En su risa, en sus gestos, en
el tono que utiliza cuando hace una broma.
La he visto en mis zapatos,
caminando por la casa, como cuando yo tenía su misma edad.
Mi
preciosa (insisto, se parece a su madre jajaja), pasa por mi armario, toma mi
chaqueta, se la prueba, se la pone, pone carita de “modelo de pasarela” y
decide que lo llevará a su “caída”. No
me pide permiso para usarlo, tan sólo asume y con toda razón, que todo lo mío
es suyo, pero más suyo que mío…y en verdad que así lo es. Va hacia mi peinadora y se coloca varios
aretes, se vuelve a mirar en el espejo, y con una sonrisa y mirada de
aceptación, se queda con mis argollas doradas.
Me regresa a ver y me pide la opinión.
Yo asiento con la cabeza y le repito mil veces, “preciosa”, y me digo en mis adentros, “igualita a la
madre jajajaja”. Pasan dos días, y paso
por su dormitorio, retiro la chaqueta, los aretes, las pulseras, las carteras,
y todo aquello que me recuerda, que ella parecería ser yo, o que yo parecería
ser ella. Una conjunción de cosas, de
gestos, de palabras, de frases, y de otras, que nos señalan la maravillosa
realidad de contar con una hija mujer.
De
todas maneras, hay muchas diferencias entre las hijas y las madres, así como
hay tantas similitudes. Sin embargo, volviendo a mi introducción, hoy
me vi en otro espejo, en aquel que apareció en la mañana y al medio día, y
percibo que mi linda hija se parece cada vez más a mí, como que recién me voy
dando cuenta. Un inmenso halago para mi humilde humanidad,
un regalo para mi ego, un orgullo de madre que ostenta el reciente parecido. Hoy recibí este cariñito de parte de terceros
y estoy feliz, muy feliz.
En
cuanto a mi hija, aún sigo pensando en el significado de su “Nooo….jajajaja en
verdad?”. Qué me habrá querido decir, la
muchachita? “Recuerde señorita, que yo
soy su madre”. Sentencia que le dice que
algo de mí, lleva dentro de sí y que podría salir en el momento menos
pensado.
Camino por la casa, entro a su
habitación, y le digo “Niña, arreglará su cuarto”, “parece recta”, “sea más
ordenada”, a lo que Ella me responde, “Mamita, recuerda que cada vez más, me
parezco a ti”.
MARIA
FERNANDA LEÓN
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