sábado, 4 de octubre de 2014

EL ÉXITO DE TU CINTA CINEMATOGRÁFICA, DEPENDE DE TI


¿QUÉ ES EL ÉXITO PARA TI?
 
Todo depende del concepto que tú tengas de lo que es el éxito.  Esto es relativo, quizás para una persona será tener mucho dinero; para otra, hacer el viaje de sus sueños; habrá quienes definen el éxito, como la paz interior y la satisfacción que sienten  cuando ayudan y sirven a los demás, tal vez desde un proyecto de misión que aporte al mundo con algo positivo.  Todo, insisto, es relativo.  De todas maneras, podríamos conceptuar al éxito, como el escenario en el cual, logras los resultados anhelados, esperados y por los cuales, hiciste un esfuerzo.  No importa cuál es tu definición de éxito, el lograrlo reside en cuan preparado estás para EMPRENDER el viaje hacia la consecución de tus objetivos, y a través de ellos, a la conquista de tus sueños.
Nos cuesta mucho EMPRENDER algo, el miedo natural a correr un riesgo, nos paraliza a ratos.   El temor que aparece, cuando nos vemos en el riesgo de salirnos de nuestra zona de confort, también nos desanima.  Ánimo, viene de la palabra ánima, que significa alma. 
 
 
A veces, nos hace falta imprimirle algo de alma a lo que hacemos, la ausencia de pasión nos detiene y nos vamos quedando en esa zona en la cual, nos sentimos más cómodos, pues no hay mucho esfuerzo por realizar, y cada día se parece al anterior, y así transcurre la vida, sin una motivación que inunde nuestras células y  nos diga que podemos llegar a hacer mucho más, con esos minutos que tenemos cada día, y que nos han entregado de la manera más democrática, pues no hay ser vivo ni humano sobre la Tierra, que cuente con un segundo, minuto u hora adicional, para hacer lo que quiera hacer con su tiempo.
 Todos tenemos 24 horas al día, y cada quien lo utiliza como le guste. 
Los resultados de cada persona dependerán de cómo se emplee ese tiempo. 
¿Qué pasa sino administramos bien nuestro recurso, llamado tiempo?
Ese echarse en la cama, con la mirada clavada en el techo blanco, será el escenario, por el cual desfilarán todas las tareas  pendientes o las actividades postergadas, o los contactos no efectuados, y no sólo a nivel de tu trabajo, negocio, profesión, sino también de aquellas actividades que quedaron por ahí, tiradas en el piso del postergamiento, por la tonta excusa de que no te quedó tiempo.  Tal vez esa visita o llamada que debías hacerla hace tiempo, para recuperar una relación que quedó rota; tantas cosas que se van acumulando en una montaña de chatarra oxidada que luego se convierte en el generador de fantasmas que te recuerdan que tienes tantas cosas postergadas y que se vuelven toda una carga a la hora de avanzar con tu vida por el trayecto escogido.   Es la indiferencia que  provoca, la ausencia de un plan de vida, que te lleva a actuar en el día a día, como actuaste en el día anterior y que se convierte en un eslabón más de una cadena de cosas que las haces a diario, pero que no representan un verdadero logro trascendental del paso que tu vida, debe dejar como huella en la humanidad, especialmente, en tú humanidad y en la de los tuyos.
Hagamos un breve ejercicio mental, nos podemos dar el lujo de hacerlo en este momento.  Estamos a tiempo de rehacer cosas, tomar decisiones, cambiar aquello que quisiéramos modificar. 
TU CINTA CINEMATOGRÁFICA.....
Tienes 85 años de vida.  Estás sentado en el umbral de tu casa;  en una mecedora mirando el horizonte que tienes al frente y de pronto, llega alguien quien te entrega un paquete. 
 
Lo abres, desempacas cuidadosamente y te topas con un CD (qué será en aquel entonces cuando tengas 85 años con la tecnología?)  te levantas, vas hacia el estudio de tu casa, colocas el cd en la compu, lo proyectas en una pantalla grande, muy grande, una pantalla de cine, cuyo principal y único espectador, eres tú.
Con letras muy grandes, aparece tu nombre completo, con música de fondo.  Te preparas para ver la biografía que alguien escribió de ti, tiempo atrás.  Te acomodas, y te prestas para ver toda una película.
 
 
Comienzan a pasar tus primeros años, de niño, ¿cómo fue tu infancia?, tus primeras palabras, tus primeros pasos?, ¿A quiénes les dedicaste?, ¿Quién estuvo a tu lado?, ¿Quién te levantó de tu primera caída?. 
 
 
 
 
 
Avanzamos…. Sigue tu etapa de escuela, el primer día de clases, tus primeros profesores, tus recreos, tus compañeros, tu “libreta” de calificaciones, tus primeros “bomberos” (así los llamábamos en mi generación, pues las malas notas o “ceros”, se los escribía en rojo”.  Tus primeras victorias, los concursos en los cuales participaste; el libro leído, el concurso de redacción, los deportes, ¿lo recuerdas?.  El cumpleaños que te armaron tus padres aquella vez, en la cual, tu abuelita se pegó el discurso que te reivindicaba de cualquier travesura cometida y que les decía a todos, que eras muy, pero muy especial.  El baile con la tía soltera que nadie lo sabía, pero que dentro de sí, vivía un cúmulo de mucha soledad.  El primer paseo  con tus compañeros, cuando terminabas la primaria y te sentías ya grande, listo para conquistar el mundo de los chicos adolescentes.
 
Luego vino la secundaria, una mezcla de sentimientos, el no querer dejar de ser niño y a la vez, el desear ingresar al mundo de los chicos  y chicas mayores;  con sus “pintas locas”;  el comenzar a  usar gafas, aún en las noches más obscuras; los partidos en equipo, defendiendo el nombre de tu colegio, cuando ustedes se coronaron campeones;  ¿recuerdas la ONU? Cuando participaste y sentías que el mundo de la política era solo tuyo; cuando te parabas en el escenario y te pegabas los discursos alentando a tus compañeros a convertirse en la generación que cambiaría el trayecto del universo humano. 
 
Quizás, te dieron alguna mención o fuiste elegido como el mejor delegado de la ONU en el colegio aquel.  Te ves recibiendo alguna medalla o diploma, te mencionan como un ganador.
Aparecen tus primeras emociones, cuando conociste al compañero o compañera de banca.  Cuando un roce de manos, por  “accidente”, te indicaba que había algo más que una simple amistad.  ¿Recuerdas tu primer beso?, aún eras muy niño entonces. 
 
Las fiestas en las cuales, bailabas  sin descanso, hasta cuando tocaban esa melodía que les decía que la reunión estaba a punto de terminar.  Aparece tu primer novio, o tu primera novia, cuánta ilusión y responsabilidad sentías cuando lo tomabas de la mano y creías que su bienestar dependía de lo que tú hicieras.  Asoman también las primeras decepciones y el dolor, que no lo comentabas con nadie, pues creías que era un tema de débiles el hacerlo.  Cuántas vivencias en aquel entonces.  No tenías mayores temores, y eras mucho más lanzado a la aventura, que luego, cuando  los constantes No’s de los mayores, te detenían en tu afán de conquistar el mundo. 
La película continúa y cada vez se va poniendo más interesante.  Te reincorporas en el asiento, clavas la mirada en la pantalla y con el cuerpo un poco más erguido hacia adelante, continúas mirando lo que acontece en tu vida.
El tiempo en la pantalla vuela, cada minuto que pasa de película, te va diciendo todo lo que hiciste en esa maravillosa aventura llamada vida. 
Sales del colegio, comienzas la universidad.  Tienes nuevos compañeros, nuevas victorias, nuevos triunfos, muchas derrotas; tal vez más frustraciones de las que te habías imaginado.  Fracasos, que más que eso, solamente, te das cuenta ahora, que fueron apenas los  resultados de malas decisiones tuyas o de alguien más.  Cuando dolor en tu corazón aparece, cuando vuelves a mirar los malos momentos por los que pasaste; cuando te engañaron o traicionaron tu confianza;  quizás algún anillo de matrimonio quedó por ahí tirado; alguna palabra lanzada como piedra que tú pronunciaste u otros lo hicieron contigo, que ya no se podrá recoger nunca más.  A lo lejos, se ve un pedazo de madera, con dardos clavados, que por el tiempo van cayendo al piso, van saliendo poco a poco, pero a la fina,  van dejando huecos que no se pueden corregir ni tapar.  Tienes un nudo en la garganta y un deseo muy grande de llorar.
 
Seguimos.....Tu primer trabajo, las metas y objetivos que te imponían, no eran precisamente los tuyos, pero tenías que adaptarte a ellas, y hacerlas también propios.  Aparece la competencia imparable de un mundo, que te decía en aquel entonces, que los rápidos son mejores que los grandes; que sin mayor fundamento te dicen que mientras más títulos tengas, los resultados del éxito que buscas serán  mejores. 
 
 

Acumulaste tantos cartones, que cuando los quisiste aplicar, fue tan poco el tiempo que te quedó, pues el estudio fue casi permanente, le dedicaste más tiempo que aquel que te quedó para vivir el resultado de tus resultados.  
Tus jefes, a quienes tú creías, eran tus líderes, no te dieron mayor chance; llegaste a cierta edad, que te convertiste en el mayor de aquel   departamento o empresa, que apenas te abrió la puerta para respirar un aire de logros muy  pasajero; muy pronto te convertiste en el más "madurito" o mayor de todos, o al menos, así lo creían tus jefes, ahora muy jóvenes por cierto.   Muchos jóvenes entraban y salían de la empresa, por propia decisión o porque alguien consideraba que no daban los resultados esperados.  Sucede también que nadie quería quedarse de largo, no con la pasión que sentían los de tu generación;  apenas unos meses o años, y querían otro y otro cartón, cuando les tocaba aplicar, ya el retrovisor, señalaba el avance de los siguientes.  Fue duro para ti, pero parte sustancial de tu viaje.
En el fondo vuelve a aparecer la montaña de chatarra, aquella de las cosas que nunca pudiste hacer por falta de tiempo.  Van desfilando una a una, todas como latas oxidadas, pues estuvieron ahí, esperando ser rescatadas y limpiadas de  todo ese moho que se formó por haberlas dejado abandonadas por tantos años.  Esa montaña en la cual están arrumados tus arrepentimientos por aquello que dejaste de hacer.  Ahora que te ves en pantalla, te preguntas, ¿por qué nunca lo hice?. 
 
Esas latas están ahí, en la montaña de chatarra, que aparece en tu película de rato en rato. 
 
De pronto, aparece mucha gente, personas quienes te acompañaron en algún momento de tu existencia;  entre ellos tus padres, quienes ahora, quizás desde otra dimensión, te extienden sus brazos, para recibir un abrazo, pues de estos, faltaron muchos.  Vuelves a ver a muchas personas más.  Unas te quisieron mucho, fueron muy importantes en tu vida, te dieron momentos de inmensa felicidad.  Cerca, muy cerca se escucha el llanto de un bebé, puede ser tu hijo o hijos, ahora están naciendo.  Te ves abrazándolos y agradeciendo a Dios por este maravilloso regalo.  Sabes que ellos te acompañarán por un tiempo, apenas son prestados y llegará el tempo en el cual, montarán vuelo y partirán de tu lado.  Sigue la historia, tus hijos se van, no están más contigo; uno a uno remonta el vuelo.
O quien sabe, podría ser que en esa película, no existan hijos, pero si otros seres queridos que llenaron de alegría tu mundo, que te brindaron muchos momentos de felicidad y que están ahí, en tu camino por algún motivo. 
También hay quienes te hicieron daño,  por algún motivo que desconoces, pero que el destino definió que sean parte de tu vida;  a lo mejor, necesitabas de alguna lección por aprender y esas personas tenían que estar ahí, precisamente en el momento oportuno.  Hasta ese ser que se convirtió en la "piedra en el zapato", tenía que estar presente, por alguna razón, nada es al azar, nada  en este mundo es el resultado de la  mera coincidencia.  Cuantas de esas personas, ahora que estás sentado mirando la pantalla grande, ya no están en tu "ahora".   Así como llegaron, se fueron, como pasajeros de un vuelo que debía aligerarse, para permitir que el viaje transcurra de manera más liviano. 
Sigue la película…..
En otro escenario se percibe  gente que habla de ti, pues es entrevistada.  Expresan lo que sienten por ti, cuentan tus anécdotas, mencionan tus conquistas, detallan tus virtudes, cualidades, destrezas y habilidades.  Algunas se ríen de tus chistes y “metidas de patas”; también hay quienes hablan de tus defectos, de tus errores, grandes y pequeños, pero que están presentes también en tu camino.  En definitiva, toda entrevista conversación o diálogo, circunda alrededor del protagonista de la  película.…..quien más que tú.
 
De la nada, aparece la revista TIME, una de las que mayor circulación  en el mundo.  Tú estás en la portada, con una amplia sonrisa, con mirada segura, con la frente en alto, con la prestancia y garbo de quien supo y pudo cumplir sus sueños.   ¿Qué publican de ti?, ¿Cómo te describen?.  ¿Qué hiciste en tu vida, para merecer estar en la portada de aquella revista?.  En resumen, ¿qué quisieras que digan de ti?.
Llega la vejez, lo cual no es malo.  Has vivido mucho o poco, pero has vivido al fin, la historia de la persona más importante de todo el Universo.  Tienes un cúmulo de historias por contar, muchas otras todavía por vivir.  Cuentas con  experiencia y muchos conocimientos, unos aprendidos dentro de un aula, pero los más relevantes,  aprendidos en la espectacular universidad de la vida.  Ahora eres sabio.
 
Mientras sigues mirando, tienes una mezcla de sentimientos.  Cuán rápido pasó todo, casi en un abrir y cerrar de ojos, y no te diste ni cuenta.  Las canas en tu cabello, te dicen que se perdió el color de la juventud; esas arrugas en tu rostro, te señalan que en cada una de ellas, yace una historia de risas o de llantos, que provocaron una huella.  Tu andar pausado te recuerda que tus pasos, muchas veces, fueron tan veloces que perdiste la noción de que tu cuerpo necesitaba de un poco de ayuda.  Todo pasa y todo queda; pasó la aventura y quedó toda una historia, que va transcurriendo poco a poco, a través de tu pantalla grande.
Ahora viene el final de la película.  No es trágica por cierto, es realista más bien.  Aparece una lápida, sin nombre y con los datos de los años vividos.  ¿Qué es lo más importante de esa cortísima información?, ¿los años?, No.   ¿tu nombre? No.  ¿El color del mármol? No, ¿su ubicación? No.  Lo más importante de esa lápida es la pequeña rayita que separan el año en el cual naciste y aquel en el cual partiste.  Esa rayita que representa el camino que seguiste, la aventura vivida, el paso de tu existencia en la vida de los demás;   esa rayita que te dice, lo que tú hiciste con tu vida, ¿una obra de arte acaso?, cuando naciste te entregaron un lienzo blanco, impecable en el cual, podías pintar y llenar de colores tu mundo.    ¿Qué más importante puede haber, que esa pequeña marca que casi nadie repara en verla?.  Esa rayita lo es todo.
 
 
Sigue la película…… lágrimas corren por tu rostro;  te despides de tí mismo.  Te tapas los ojos, no quieres ver más.       Son tantas cosas juntas, que si fueran de otra persona, hasta las disfrutarías.  Resulta que en este caso, tú eres el protagonista de esta película ganadora del premio Ocar a la mejor cinta cinematográfica.  Fuiste, no sólo el centro de atención de todos, sino el director, productor, ingeniero de sonido y luces, el camarógrafo, el que maquilla, el que te atiende en los momentos de cansancio, cuando el pleno y continuo  rodaje te dejaba exhausto.  Tu eres todo,  no hay nadie más, para rehacer las tomas.
Ahora suena una música suave y relajante, y aparece una pantalla totalmente en blanco y una voz te dice: ¿Te gustó?, ahora es el momento de la edición de la cinta.  ¿Qué cosas quieres que saquemos de la película?, ¿A quiénes desearías retirar como actores secundarios?; ¿Qué errores dejarías de cometer?, ¿Qué palabras dejarías de utilizar?, ¿Qué victorias desearías conquistar y que las mostremos ahí?, ¿a quiénes te gustaría incorporar en la cinta?.  ¿Qué libro escribirías ahora?, ¿a quienes necesitas ayudar?, ¿A quienes debes llamar y contactar?.
 
 
 
 
 
 
 
 
Ahora estas en el momento de la reedición de tu cinta, el tiempo vuela y el escenario enciende sus luces, más claras que nunca.  La estrella de esta historia eres tú.  ¿Estás listo para ganar el premio Oscar a la mejor cinta cinematográfica?. 
 
 
En este segundo, se apaga la cinta, hay un silencio total;  vuelves a tu mecedora. Poco a poco vas regresando hacia atrás.  Recuperas de pronto tu juventud.  Aún te  ves joven, leyendo este papel que llegó a tus  manos, pues alguien se encargó de hacerlo; por algún motivo, una vez más, no fue por el azar,   alguien se encargó de escribir esto para ti.  Terminas la lectura, arrugas el papel, lo botas al piso. 
Te levantas y corres hacia el escenario que está listo  por completo para ti.  Se levanta el telón,  se encienden las luces......las cámaras y  comienzas a rodar  la mejor de todas tus películas.
 
CON CARIÑO PARA QUIENES BUSCAN REHACER SUS VIDAS O LLENARLAS DE MÁS COLOR Y DE MATICES DE REALIZACIÓN PERSONAL.
 
MA. FERNANDA LEÓN
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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