Septiembre del 2013
Quizás esta foto no diga nada para el resto, pero para mi, tiene un enorme significado. Esta foto motivó mi beso al piso Houstoneño, fue cuando cuan larga soy, (que no es mucho), rodé por el piso del Aeropuerto de Houston, abrazándolo y saludando cara a cara con gran reverencia.
Quizás esta foto no diga nada para el resto, pero para mi, tiene un enorme significado. Esta foto motivó mi beso al piso Houstoneño, fue cuando cuan larga soy, (que no es mucho), rodé por el piso del Aeropuerto de Houston, abrazándolo y saludando cara a cara con gran reverencia.
Sucede que nos tocó esperar por
más de 4 horas, para tomar el vuelo hacia Quito. en ese lapso, nos dedicamos mi
hijo y yo a recorrer cada rincón del Aeropuerto, vía tren interno o por el
aéreo desde arriba. Gran tour, para quien no tiene mucho por hacer, o mejor aún
no quiere hacer nada, por la inercia provocada por el sueño de una mala noche.
Mi esposo, siempre juicioso, se quedó en la Sala E, trabajando un poco,
mientras Emilio y yo, recorríamos cada almacén haciendo "amague" de
comprar algo.
Ya regresando para la Sala E, tomé la banda eléctrica, y mi hijo,
siempre travieso, tomo la que iba en dirección contraria, contradiciendo su real
sentido. Lo dejé tranquilo y sonreí, pensando dentro de mi, que mejor que siga
siendo un niño. Con esa oleada que nos llega, de querer grabar todo en la
memoria de una cámara, saqué mi camarita sencillona Sony y procedí a tomarle
una foto, sin percatarme de que la banda seguía su curso. De pronto, sentí en
mi talón, el filo del límite de la banda, y sin poder evitarlo, caí de rodillas
al piso, para luego tenderme sobre éste, a todo mi largo. No sentí dolor
alguno, mi "carterota", como siempre, amortiguó el impacto; no así,
el impacto que causé en los trasceúntes de la zona. Tres chinos con apariencia
de CEO's, me miraban fruncidos el ceño, no sé si por enojo o preocupación, no
podían hacer nada, pues ya estaban embarcados en la banda del otro sentido, sin
dejar de mirarme, sólo pude decirles I'm ok. De repente, apareció un hombre con
chaqueta roja, y más fruncido el ceño que los mismos chinos, éste si venía
enojado hacia mi. Para esto, me incorporé tan pronto pude, rogando que nadie
más me haya visto. Cuando para mala hora, el hombre de chaqueta roja, era mi
marido. "Cómo es posible, pareces una guagua, igualita que el hijo, tal
para cual....sólo jugando...una de éstas, algo malo te va a pasar.....que
barbaridad el estruendo en el Aeropuerto, que horror, por Dios, qué el colmo,
guagua...guaguas los dos, mama e hijo, parecen "chapa con
china"" y así siguió el speech. Yo le
contesté...."yaaaaa.....sobre lo que me caigo me caes". en todo caso,
me senté en una silla y haciendo una regresión a lo que me pasó y con mi hijo
ya junto a mi.......nos agarró un ataque de risa que no pudimos parar. Jamás me
río cuando alguien se cae, pero en este caso, que bueno fue haber podido reírme
de mí misma.
Otro de caídas!!!
ResponderEliminarLos chinos nacieron fruncidos y eso no tiene arreglo.
Me hiciste acordar que alguna vez también me caí al terminar de subir, en sentido contrario, por una escalera eléctrica... y yo ya era longo viejo. Al igual que a ti, el sermón de mi esposa no se hizo esperar.
Un abrazo MaFer.